En un Gran Rex repletó, criticó a Alberto Fernández, pidió que Cristina “se vaya a su casa” y dijo que Milagro Sala “es un exponente de la corrupción”. Llamó a transformar el país y a fortalecer Juntos por el Cambio, con el radicalismo como energía transformadora.

Estaba todo dado. El Teatro Gran Rex lleno era el escenario ideal para que Gerardo Morales saliera a escena a formalizar ante militantes y dirigentes su candidatura presidencial. Sin embargo, su aparición demoró un poco más de lo esperado.

Antes, hubo tiempo para algunos datos relacionados con el partido y con la gestión en Jujuy. Tampoco faltó el video autobiográfico, donde el protagonista habló sobre su infancia, su militancia y su forma de ver las cosas.

Arriba del escenario, el discurso fue duro y Morales no anduvo con medias tintas. Fustigó a Alberto Fernández, a quien calificó como “el peor presidente de la historia de Argentina”, y a Cristina Fernández de Kirchner: “Sin fueros estaría presa”. También pidió que deje lugar a otros y “se vaya a su casa”.

Siempre con el eje en “dar vuelta el país” porque “están dejando los valores pata para arriba”, hubo cuestionamientos a cómo se maneja la inflación, a la relación de Argentina con el mundo y a la suma que se asigna a planes sociales, entre otras.

“Los valores están patas para arriba cuando el presidente va a visitar a Milagro Sala, exponente de un sistema de corrupción. Además, le entregan dinero para que siga manejando desde la prisión”, disparó en un discurso que no escapó a la grieta.

En primera fila lo escuchaban el senador nacional Martín Lousteau y los gobernadores Gustavo Valdés (Corrientes) y Rodolfo Suárez (Mendoza). Dirigentes y legisladores de diferentes distritos del país dijeron presente.

Prometió “abrazar la causa de la lucha contra el cambio climático, en un mundo que demanda este desafío”. Inmediatamente aclaró que también Argentina tiene todo para proveer también energía y alimentos.

“Es la oportunidad que tenemos frente a un mundo que también demanda economía del conocimiento y biotecnología. Pero para atender las demandas del mundo, primero debemos cambiar de gobierno, darle liderazgo, tener un presidente con carácter y autoridad política para tomar decisiones en el marco de un colectivo”, apuntó.

Entre otros desafíos, una palabra que utilizó muchas veces, estableció el de rediscutir el modelo educativo: “Debe ser uno al servicio de la ciencia y la tecnología. El comercial y el bachiller ya no alcanzan”.

Hubo tiempo también para hablar de la situación que vive Rosario, aunque sin propuestas concretas. Cuestionó al Presidente por no convocar al Consejo de Seguridad Interior y aseguró: “Voy a perseguir a las mafias y a los delincuentes. Me voy a ocupar de Rosario. Todos somos Rosario”.

En tiempos en que la discusión en torno al tamaño del Estado es una constante, aseguró que buscará uno que “sea eficiente, que no gaste más de lo que puede, pero que esté presente en la seguridad pública, en la salud pública y en la educación pública”.

A pesar de que su lanzamiento es visto por algunos como una disputa dentro de Juntos por el Cambio, se encargó de aclarar que el desafío es consolidar la coalición. “La energía transformadora es la Unión Cívica Radical. Somos los que aportamos federalismo a Juntos por el Cambio, tenemos una visión real de la vida en cada rincón del país”, afirmó.

No pasó desapercibida la presencia de Elisa Carrió, cuando la chaqueña hasta había adelantado que podría ser candidata. Sorprendió que estuviera Gastón Manes, a quien se hacía cerca de Patricia Bulrrich, igual que Alfredo Cornejo. Además, estuvieron Maximiliano Abad, Ricardo Gil Lavedra, Gustavo Posse y Juan Manuel Casella, entre otros.  

Acá esta la UCR de pie, Juntos por el Cambio de pie, con nuestros principios, nuestros valores, estamos para transformar el país, para que haya trabajo para nuestro pueblo, para dar vuelta la argentina. ¡Vamos a comandar los destinos del país como sabemos, adelante radicales, vamos a transformar! ¡Viva la Patria!”. Así cerró un discurso que duró alrededor de 40 minutos.

La militancia cantó, aplaudió y se entusiasmó en un teatro completamente desbordado. Algunos, incluso, quedaron afuera, sobre una Avenida Corrientes que ayer se vistió de rojo y blanco.