“Perón vuelve” contra “Balbín solución
A cinco décadas, un repaso por la gran cantidad de hechos que marcaron el año 1973. Perón volvió a Argentina y fue elegido presidente por amplia mayoría. Pero la alegría no fue solo peronista. La campaña electoral del radicalismo con Ricardo Balbín como candidato optó “Por un cambio en paz”.
Por Leandro Giacobone (*)
A cinco décadas, un repaso por la gran cantidad de hechos que marcaron el año 1973. Perón volvió a Argentina y fue elegido presidente por amplia mayoría. Pero la alegría no fue solo peronista. La campaña electoral del radicalismo con Ricardo Balbín como candidato optó “Por un cambio en paz”.
Los soles de marzo todavía olían a verano y por la calle se escuchaba a lo lejos acercarse una voz metálica que salía de un altoparlante, de esos que interrumpen el sueño de los domingos.
Faltaba una semana para las elecciones del 11 de marzo y ahí iba José con la camioneta. Despacito, haciendo equilibrio entre los adoquines para que el traqueteo no hiciera saltar el disco de vinilo que le habían dado para propalar las consignas de su candidato.
Cuesta entenderlo, pero quizás robando un poco de atención a los primeros mates, hay un momento justo en que se conjugan distancia y volumen. Es que de muy lejos el sonido se pierde en el aire, pero si está muy cerca y muy fuerte no se siente mas que el vibrar de la bocina, no se entiende si compra heladeras lavarropas o qué.
“Daremos prioridad a la escuela pública”
“Eliminaremos el latifundio… La tierra será para el que la trabaja”
“…Terminando con la penetración monopólica e imperialista”
“Transformaremos el sistema capitalista actualmente en crisis en una democracia social que asegure la liberación nacional”
Mediodía y el sol ya pega fuerte, mientras algunos van prendiendo el fueguito para el asado familiar. Entre chispas que vuelan y el vaso de vino traspirando, alguien le baja la música a la radio para escuchar mejor.
- Bajale, que es Perón- dice el hijo.
- Que va a ser Perón. Es Balbín, el de los radicales. Escuchá -enseña como en el aula.
“Haremos que la mujer se desenvuelva en un pie de igualdad con el hombre en materia social, económica, jurídica y cultural. Que por igual tarea reciba igual salario que el hombre. Y comparta con el hombre la patria potestad de sus hijos.”
“Apoyaremos decididamente la unidad e integración latinoamericana y seremos solidarios con los pueblos que luchan por su liberación”
“Mejora la distribución de la renta nacional en beneficio de los trabajadores”
Hay algo así como un 1973 largo, que no encaja perfectamente en el año calendario. El tiempo y sus percepciones encadenan una serie de hechos que por más que efectivamente ocurrieron unos meses antes o después de ese año, la memoria emotiva los sintetiza en el ‘73: Perón con sus idas y sus vueltas, los montos, la plaza, el abrazo con Balbín, el asesinato de Rucci, la masacre de Ezeiza. Fue dormirse con Cámpora al gobierno, soñar con Perón al poder y despertarse a la realidad con Isabel y López Rega.
El proceso electoral de 1973 fue atípico, entre otras cosas, porque se eligió dos veces al presidente. Se salía de la dictadura autodenominada “Revolución Argentina” que en pocos años puso a Onganía, Levingston y Lanusse como presidentes. Este último quiso dar cauce a sus aspiraciones políticas armando una salida que pusiera a las Fuerzas Armadas como alternativa político partidaria. Para ello ideó el Gran Acuerdo Nacional, que imponía una salida condicionada, dándole el control del proceso electoral a los militares. Pero la iniciativa de las tres principales fuerzas políticas de entonces (peronistas, radicales y frodizistas), denominada La Hora del Pueblo, desbarató esta posibilidad al sellar un acuerdo programático y bregar por elecciones libres y sin proscripciones. Aunque, a decir verdad, solo fue un éxito a medias, pues para las elecciones del 11 de marzo de 1973 una cláusula impidió a Perón presentarse como candidato por no tener residencia en Argentina.
Aquella elección tuvo como novedad el voto directo para presidente, la segunda vuelta electoral y la reducción del mandato presidencial a cuatro años. El peronismo presentó la fórmula Cámpora- Solano Lima, en tanto la UCR fue con Balbín-Gamond. El Tío Cámpora ganó arañando el 50% de los votos, y asumió el 25 de mayo. Menos de dos meses después renunció a la Presidencia, quedando a cargo interinamente Raúl Lastiri. De inmediato se convocó a nuevas elecciones para el 23 de septiembre, en las que sí pudo ser candidato Perón, con su esposa María Estela Martínez completando la fórmula. En tanto, el radicalismo presentó a Balbín-De la Rúa. Después lo conocido: Perón ganó, murió, se llevó la más maravillosa música en sus oídos y dejó como herencia a Isabel.
Intuyo que a Ricardo Balbín le costó bastante adaptarse a esos nuevos tiempos. Es natural: su edad, su postura, su estilo, su tono de voz se acomodaban mejor en un mundo en blanco y negro.
Si bien el slogan de campaña era “Por un cambio en paz”, “Balbín solución”, la plataforma electoral, que se reflejaba en las consignas bajadas en el merch publicitario, parecía ir algo mas al fondo y a otra velocidad del cambio.
Pasa que estas cosas los radicales las decidimos en la Convención. Así, en general, ideas y candidatos van de la mano. Pero en 1972, Raúl Alfonsín había decidido separarse del balbinismo, fundar el Movimiento de Renovación y Cambio (MNRyC) y dar pelea por la conducción del partido.
En la elección interna del 26 de noviembre de 1972, triunfó el espacio de Balbín (Línea Nacional), pero Alfonsín obtuvo un muy buen resultado, que se tradujo en representación interna a los órganos partidarios.
Perdida la posibilidad poner el candidato a presidente, el MNRyC se empeñó en usar la Convención Nacional como campo de batalla político ideológica. De esta manera, logró imponer en la plataforma electoral, por su nivel de cuadros políticos y su prepotencia de trabajo, una visión de país mucho mas acorde al aire de los renovadores alfonsinistas que de la Línea Nacional balbinista.
Mientras Balbín soñaba con ser el vice de Perón, los renovadores se hacían un picnic en la Convención Nacional.
Un poco por ser marcas discursivas de época, otro por encastrar bien con el programa de Avellaneda y otro tanto por esta disputa interna, 50 años después sorprende escuchar al viejo líder radical lanzando consignas del mundo que se venía con el ropaje del que se despedía.
“Pensá y votá, un cambio radical”
(*) Encargado de Archivo de la Biblioteca Radical.