La inflación bloquea el futuro
El presidente de la Fundación Alem cuestiona el abordaje del tema que hace el Gobierno nacional y plantea cuáles deben ser las prioridades del Estado para mejorar la economía.
Por Agustín Campero (*)
El presidente de la Fundación Alem cuestiona el abordaje del tema que hace el Gobierno nacional y plantea cuáles deben ser las prioridades del Estado para mejorar la economía.
El primer paso para solucionar un problema es reconocerlo. El actual Gobierno nacional no reconoció ninguno de sus errores en materia económica. La única motivación que tienen para la crítica a su propia gestión es el boicot interno y la chicana cruzada. Las facciones del Gobierno colonizan las distintas oficinas públicas, se aíslan entre ellas, establecen compartimentos estancos, con pésimas consecuencias para la calidad de vida de los argentinos.
Uno de los problemas más graves que tiene nuestro país es el de la inflación. Sin embargo, las cómodas voces oficiales afirmaron que la inflación de 94,8% correspondiente a 2022, la más alta en tres décadas, es una virtud del Gobierno. Argumentaron que evitaron la inflación de tres dígitos. Pésima manifestación: los argentinos no nos merecemos semejante nivel de cinismo por parte de nuestros gobernantes. Parece, también, que no piensan desarrollar políticas para encaminar a Argentina a la solución de los grandes problemas que enfrenta.
En su Presupuesto para 2022, el propio Gobierno había proyectado una inflación del 33%. Luego, admitió que podría llegar al 40%. En el mes de junio, elevó la previsión al 62%. Fue, finalmente, del 94,8%.
Este gobierno empeoró lo que recibió: Estos cuatro años de Alberto Fernández, Cristina Kirchner y Sergio Massa dejarán una Argentina más pobre, más aislada, más endeudada, con mayor déficit fiscal, más descapitalizada, con menor capacidad de crecimiento, más desigual. Más endeudada. Menos creíble. Menos confiable.
Eso solo si nos referimos a la economía. En casi todos los otros campos de la política pública la decadencia es similar o más pronunciada. El actual gobierno kirchnerista se desentendió del destino de los argentinos.
La inflación perjudica, principalmente, a los que menos tienen. Incrementa la pobreza. amenaza a la clase media. Descapitaliza. Destruye empresas, comercios, servicios. Estimula estrategias de supervivencia de las personas y de perduración de los distintos emprendimientos, lejos de la perspectiva de crecimiento sostenible y mejora constante de la calidad de vida. Castiga los comportamientos de largo plazo.
La principal tarea de la próxima gestión será la de bajar la inflación. Pero solo eso es insuficiente. También hay que encarar, en simultáneo con la baja de inflación, desde el primer día, un cambio de régimen económico y un impulso al crecimiento productivo.
Hay que reordenar las prioridades del Estado hacia la mejora sostenida de la economía nacional. Bajar el gasto público, mejorar la recaudación, normalizar la situación cambiaria, llevar adelante una política tarifaria que no perjudique las cuentas públicas ni la situación económica, eliminar las distorsiones de precios relativos, así como reducir la deuda del tesoro y del Banco Central.
Entre muchas otras iniciativas, también hay encaminar la economía hacia un perfeccionamiento del sistema impositivo para que estimule la producción, la inversión productiva, la creación de empleo y la innovación. Llevar adelante un pack de reformas en el mundo del trabajo que produzca más empleos, que facilite la contratación, la inversión, la capacitación y la creación de empresas.
Todo esto no tendrá el impacto deseado de estabilidad y crecimiento sostenidos y de mejora de la calidad de vida constante sin un marco institucional adecuado, con reglas que se respeten. Argentina tiene que volver a ser una república con independencia de los tres poderes, con un respeto sagrado por la Constitución y la ley. Por la justicia, sus procesos y sus instituciones, con sistemas de acceso a la información pública y transparencia a la altura de una democracia ambiciosa. También, Con respeto a la diversidad y el pluralismo.
Esto tiene que ser acompañado con una inserción internacional que apunte, a la vez, a que los argentinos aprovechemos las oportunidades que nos brinda el mundo, y que proyectemos nuestros ideales de libertad, pluralismo, tolerancia, democracia, paz y fraternidad en nuestras relaciones bilaterales y en las distintas instituciones de gobernanza internacional.
(*) Presidente Fundación Alem