Por Federico Recagno (*)

El trabajo, como actividad, ha vivido, en el último siglo, transformaciones a las que les estamos respondiendo con instituciones y organizaciones que no logran seguirles el paso.

Tenemos trabajadores/as manuales, artesanales, intelectuales, calificados/as, presenciales, telemáticos/as, profesionales, técnicos/as.

Hay trabajadores/as de tiempo completo, parcial, de alto riesgo, nocturno, diurno, intermitentes, domésticos/as, subempleados/as.

Incluso hay trabajadores/as no reconocidos/as, los/as que se dedican a las tareas del cuidado, los/as voluntarios/as, los/as familiares. También los/as jubilados/as. Y los/as despedidos/as y los/as que nunca tuvieron empleo y lo buscan por primera vez.
El trabajo ha sido, aún lo es, una fuerza social que ayuda a construir una comunidad. Crea vínculos entre las personas, incluso las dignifica.

No es la tarea sino el sujeto que la realiza la medida de la integridad. La dignidad va en la persona mientras que el capital es un instrumento de la producción. El capital es trabajo acumulado por personas de todas las generaciones, las anteriores y las presentes.
Hoy es el día del TRABAJADOR/A, del que busca trabajo, del que lo tiene, del que dejo de buscar, del que está en blanco, del que está en negro, del que no le alcanza, del que viaja mal, del que madruga, del que no duerme.

Por ahí vemos que algunos califican de héroes a los que fugan, a los que evaden.
¿Es el trabajador un héroe? ¿Es la trabajadora una estrella?

Que en este día podamos ver que son las personas comunes las que realmente sostienen un hogar, una provincia, un país. Dejemos los héroes, las estrellas, los discursos y las moralejas para las series, para los escenarios. Saludemos a los/as trabajadores/as en su día y digamos: muchas gracias.

(*) Convencional Nacional UCR | Dirigente sindical