Santiago Moscovich, flamante presidente del radicalismo en la 3, resalta las particularidades del lugar en el que gestionará. Apunta a vincularse con clubes y sociedades barriales, además de gremios y confederaciones. Además, critica a la nueva gestión porteña.

Santiago Moscovich se describe a secas y sin titubear: "Soy un militante", plantea. Inmediatamente recuerda cuando una profesora de literatura le enseñó la palabra “goliardo”, término que define a quien pasa mucho tiempo en la facultad y no se recibe. Cuenta que inició la licenciatura en Comunicación y continuó con Edición, pero no terminó ninguna. Dice que hay dos motivos: primero, por trabajo; segundo, porque se casó joven. Trabaja en el Ministerio Público Fiscal y fue miembro de la Comisión Directiva de Argentina Juniors. Es el papá de Andrés y de Sofía, y abuelo de Charo. Hace muy poco asumió la presidencia del radicalismo en la comuna 3.

¿Qué desafíos creés que tiene el partido en los próximos dos años?
El resultado de las últimas elecciones nos ha dejado en una posición, por lo menos, incómoda. Quien ha asumido el rol de jefe de Gobierno de la Ciudad, Jorge Macri, es un hombre que tiene un proyecto muy definido, al cual me parece que tenemos el derecho de enfrentarnos, de plantear diferencias. Está poniendo mucho eje sobre la seguridad y sobre la gente de la calle. Ha puesto el eje más en el norte de la Ciudad que en el sur.

¿Qué tipo de comuna es la 3?
Soy de una comuna casi periférica. A pesar de ser del centro de la ciudad, prácticamente, es una zona muy pobre, tenemos una barrera arquitectónica muy importante que es la autopista 25 de Mayo, una verdadera frontera. Es terrible la diferencia entre un lado y otro de la autopista. La cantidad de hoteles, pensiones o casas tomadas que hay en el barrio lo hace muy difícil de transitar en cuanto anochece.

¿En qué otra cosa ponés la mira para trabajar?
La comuna tiene otra particularidad: el costo por metro cuadrado es mucho más barato que en otras zonas de la ciudad. Se ha localizado, a través de la historia, un altísimo porcentaje de los clubes y asociaciones españolas, italianas, rusas, ucranianas, polacas. Los barrios están llenos de esas asociaciones, como el Lalín o el Hispano, y además hay una enorme cantidad de lugares donde funcionan los gremios, confederaciones, federaciones y obras sociales que están, por las razones que te di, incluidas dentro de nuestro territorio.

¿Cuáles son tus desafíos como presidente?
Históricamente, lo que han hecho los presidentes del radicalismo de las comunas administrar el partido, desde el punto de vista político y administrativo efectivamente, y garantizar las elecciones, la fiscalización de las elecciones y manejar el sistema de las internas. Me parece que una forma de sacar el partido a la calle, que es lo que tenemos que hacer, es vincularnos con esas asociaciones, con esos gremios, con esas confederaciones para marcar la presencia del radicalismo en la Ciudad y, básicamente, en nuestro territorio.

¿Cómo ves al partido en general?
Debo ser el presidente más veterano de todas las comunas, tengo 72 años. Soy profundamente alfonsinista y no alcanza con decir “yo soy alfonsinista”, hay que comportarse en consecuencia. Entonces, estoy preocupado por presidentes de bloques que se desorbitan cuando no salen las cosas, que amagan por izquierda y terminan votando todo por derecha. Me preocupa mucho, porque en realidad no es lo que nosotros representamos. Nosotros históricamente representamos a las clases populares, y mucho más a las clases medias. Lo que estamos haciendo es jugar en contra de esto, porque aunque la gente votó a Milei por las razones que fuesen, no sé cuánto más van a estar aguantando mucho más estas cosas. Cuando esto termine, porque esto va a terminar en algún momento, ¿qué va a pasar con el radicalismo y dónde va a quedar parado? Aparentemente, el presidente del partido va para un lado y los gobernadores y algunos bloques van para el otro.

Como uno de los presidentes comunales más grandes, ¿cuál es tu mensaje a la juventud?
A los jóvenes, les diría que se preocupen por las cosas públicas, pero que no se queden con los titulares de los medios de comunicación, que investiguen, que piensen que las decisiones que toman cuando votan, cuando van o dejan de ir a una marcha, cuando adhieren o no a algo, tienen consecuencias. Y el llamado sería no sé si a militar, pero sí a preocuparse. Me encantaría que todo el mundo milite y tenga su idea, que se preocupe, que se interiorice, que piense que cada paso que da le compete a toda la sociedad, y que se preocupe por las cosas más cercanas. Porque el mundo tan chiquito, particular, nuestro, de nuestra casa, es una réplica de lo que está pasando afuera todo el tiempo.