Frente a un neoliberalismo instalado y con el Frepaso como fuerza emergente, el gobernador de Río Negro no pudo hacer pie y, por primera vez, el radicalismo salió tercero en una elección presidencial. ¿Cómo fue la construcción de la campaña?

A mitad de camino de la década menemista, eran pocos los que querían bajarse. Eso quedó claro en las elecciones de mayo de 1995, cuando el candidato peronista, Carlos Saúl Menem, superó por la mínima el 50 % de los votos. Así, alcanzó la ansiada reelección, aunque en la calle nadie se hacía cargo de haberlo votado.

Vacaciones en Brasil y Punta del Este, ir de compras a Miami, un peso equivalente a un dólar, un mundo de cosas importadas, todo por $2. Los noventa, expectativa y realidad. Los años dorados, que lo fueron para pocos. Hoy, los hijos de los desplazados sufren una nostalgia estrábica por lo que no pudieron tener, y ahora quieren revancha. Como si fuera posible.

Cada época tiene sus palabras, que pintan el paisaje con su barro y sus horizontes en los diálogos cotidianos: Reforma del Estado, Programa de Ajuste Estructural, Privatizaciones, AFJP, Primer Mundo.

Vendidas las empresas del Estado, destrozadas las PyMEs, diezmadas las economías regionales, todos atados a la convertibilidad e inmersos el circulo vicioso de la deuda.  El modelo populista neoliberal ya se cobraba sus primeras víctimas. El costo social de terminar con la inflación fue enorme: la desocupación pasaba el 18%, hasta entonces la más alta de la historia. El nacimiento de nuevas categorías sociales, como pobreza estructural, llegaban para quedarse. Era el fin de la movilidad ascendente, la ruptura del tejido social.

Los empleados en relación de dependencia se acogían a los retiros más o menos voluntarios y se convertían en la primera generación de emprendedores con la guita fresca de sus indemnizaciones: kioscos, parripollos, videoclubs, canchas de paddle y remiserías se creaban y se fundían en una Argentina sin consumidores.

Entre deportistas, modelos y artistas -los premium y los de cabotaje-, la pizza y el champagne, se moldeó una matriz política frívola y corrupta que se hizo norma.

Luego de la reforma constitucional de 1994, quedó habilitada la posibilidad de una reelección presidencial. Los comicios estaban pautados para el 14 de mayo del año siguiente.

La UCR venía de una mala performance electoral en la elección de constituyentes de abril de 1994. Esta había redefinido el escenario político argentino, con el crecimiento de una fuerza política opositora emergente que le disputaba el electorado al radicalismo: el Frepaso.  En tanto, en el partido de Alem, la postura frente al Pacto de Olivos, el perfil opositor a adoptar y qué hacer frente a la aparición del FrePaSo marcaron nuevos clivajes que dividieron las aguas.

Así, en noviembre de 1994 se llevó adelante una interna en la UCR, donde se enfrentaron como precandidatos a presidente y vice de la Nación las fórmulas: Horacio Massaccesi-Antonio Hernández vs. Federico Storani-Rodolfo Terragno.

Storani promovía la confluencia con el Frepaso, un relevo generacional y un perfil mas confrontativo con el menemismo, con críticas al acuerdo por la reforma constitucional.

Pero fue Massaccesi, con los valiosos apoyos de Raúl Alfonsín y Eduardo Angeloz, quien resultó ganador de la interna con el 60% de los votos.

Massaccesi, entonces gobernador de la Provincia de Río Negro, había sido elegido diputado nacional en 1985, cargo que dejó dos años después para asumir en la Gobernación. Por su relación con el presidente justicialista y su estilo extrovertido era apodado por algunos como “el Menem rubio”.

Su salto a la fama había sido el 4 de julio de 1991, cuando incautó por decreto los fondos del Tesoro del Banco Central que estaban en custodia en una bóveda del subsuelo del edificio del Banco Provincia de Río Negro, en General Roca.

Era dinero de Nación. Pero ante el atraso del Gobierno nacional en el giro de los fondos necesarios para pagar los salarios de la administración pública provincial, decidió tomarlos por su cuenta para abonar los sueldos de sus comprovincianos. El ingenio popular, rápido y certero, lo apodó “el Robin Hood de la Patagonia”.

La campaña electoral del candidato radical tenía una gráfica que se parecía bastante a la estética de las norteamericanas. Pero este barniz de modernidad no se salía de los medios y las formas tradicionales en radio, gráfica y televisión. La unidad de imagen y los mensajes “Argentina para todos”, “Aire fresco” o “La fuerza de un nuevo hombre” no alcanzaron para enamorar ni movilizar al electorado. La transformación en la bases sociales del radicalismo introducidas por el neoliberalismo tenía su impacto en las lealtades, los horizontes y las identidades.

El 14 de mayo de 1995, Menem ratificó su liderazgo con casi el 50 % de los votos. El segundo lugar lo consiguió la fórmula Octavio Bordón-"Chacho" Álvarez, del Frepaso, con 29%.  En tanto, la Unión Cívica Radical por primera vez en su historia quedó relegada a un tercer lugar en una elección presidencial con apenas el 17% de los votos.

Massaccesi: el Robin Hood de la Patagonia que nadó contra la corriente
Massaccesi: el Robin Hood de la Patagonia que nadó contra la corriente
Massaccesi: el Robin Hood de la Patagonia que nadó contra la corriente
Massaccesi: el Robin Hood de la Patagonia que nadó contra la corriente