Por Federico Recagno (*)

En 1890, el club socialista alemán Vorwarts (vanguardia) llama a una reunión intergremial para el 1º de mayo. Será la “Fiesta del Trabajo”, a la que también se convoca a los anarquistas.

Se realizan actos, simultáneamente, en Buenos Aires, Rosario, Bahía Blanca y Chivilcoy, con la reivindicación de las ocho horas de trabajo.

Por la composición inmigrante de la población en Argentina, sobre todo de la clase trabajadora, los volantes fueron redactados en varios idiomas.

El documento aprobado en Buenos Aires por 7.400 obreros decía: “El pueblo trabajador de la Argentina levanta por primera vez su potente voz… exigimos las mismas garantías para la persona de los obreros como para las de cualquier ciudadano… unámonos al fin… esta petición debe ser el primer paso eficaz en la unión de nuestras fuerzas.”

Los oradores del acto en el entonces llamado Prado Español, hoy Recoleta, se dirigieron a los trabajadores en alemán, italiano, francés y castellano.

El petitorio tenía una lista de 12 puntos y fue elevado al Congreso Nacional.

Los 12 puntos del reclamo del 1º de Mayo de 1890 eran:

1- Jornada de 8 horas.

2- Prohibición del trabajo de los menores de 14 años.

3- Abolición del trabajo nocturno, con excepción de las industrias que no lo permitan.

4- Prohibición del trabajo para la mujer cuya naturaleza afecte su salud.

5- Abolición del trabajo nocturno para mujeres y menores de 18 años.

6- Descanso no interrumpido para todos los trabajadores de 36 horas semanales.

7- Prohibición de trabajos y sistemas de fabricación perjudiciales para la salud.

8- Prohibición del trabajo a destajo o por subasta.

9- Inspección de los talleres y fábricas por delegados remunerados por el Estado.

10- Inspección sanitaria de las habitaciones, vigilancia sobre la fabricación y venta de bebidas y alimentos castigando a los falsificadores.

11- Seguro obligatorio para los obreros contra los accidentes a cargo exclusivo de los empresarios y el Estado.

12- Creación de los tribunales integrados por obreros y patrones, para la solución pronta y gratuita de los diferendos entre unos y otros.

Fue este el primer 1º de Mayo celebrado en nuestro país. En ese momento, las y los trabajadores se nuclearon y lograron consenso alrededor de los doce puntos. No había, entonces, ni confederaciones, ni centrales sindicales que unificaran las distintas posturas gremiales.

Este 1° de Mayo podríamos decir que muchos de aquellos puntos siguen siendo derechos o conquistas a alcanzar.

Pero también hoy aparecen nuevas preocupaciones y demandas. Se puede trabajar y ser pobre. Se paga, sobre los salarios, Impuesto a las Ganancias, con pisos cada vez más bajos. Tenemos millones de argentinos que no podrían acceder a un trabajo registrado aunque quisieran. Sobre las mujeres y los jóvenes se agudizan los problemas que alcanzan a cualquier trabajador. Las y los jubilados caen, a diario, un escalón en sus ingresos y beneficios. El avance de las tecnologías, la pendiente social, educativa y la inflación golpean sueldos y trabajadores.

Con estos, y tantos problemas más, llegamos a este 1° de Mayo, Día del Trabajador y la Trabajadora, con las confederaciones sindicales preocupadas por ver si apoyan a determinado candidato del partido gobernante, mientras la precariedad del trabajo aumenta.

Siempre es momento para acercarse a la realidad de mujeres y hombres que trabajan. Que dentro del partido al que pertenecemos, con su genética llena de conquistas laborales, se escuchen de nuevo las necesidades de argentinos/as que creen en el trabajo como modo de alcanzar la dignidad propia y de sus afectos.

Vaya nuestra voz renovada a los oídos de cada partido integrante de JXC. Que este 1° de Mayo sea motivo de reflexión sincero para los tiempos que tocan. No abandonemos a los abandonados. Ese es nuestro trabajo por historia y porque somos humanidad.

(*) Convencional nacional UCR.