Por Rosana “Chispi” Palazzi (*)

A 28 años del fallecimiento de Margarita Malharro de Torres, la autora del libro “La eterna Margarita” repasa el legado de la dirigente radical, en el que destaca la Ley de Cupo Femenino y la lucha por los derechos de trabajadores de la educación, de las mujeres y los Derechos Humanos. 

Mas ande otro criollo pasa Martín Fierro ha de pasar, Nada la hace recular Ni las fantasmas lo espantan; Y dende que todos cantan Yo también quiero cantar.

Se cumple el 28° aniversario del fallecimiento de la correligionaria Margarita Malharro de Torres (1921-1994), cordobesa de nacimiento y mendocina por adopción, quien fuera docente, directora de escuela y política por pasión y vocación. Fue una gran figura política del radicalismo mendocino y argentino durante más de 40 años. A la par de su carrera docente y política, crió a cuatro hijos y tuvo varios nietos.

En 1957, Margarita integró la Unión Cívica Radical del Pueblo (UCRP), encabezando la lista de senadores provinciales en 1960, algo absolutamente impensado para una mujer en esa época. Luego, junto a Raúl Alfonsín y otros dirigentes nacionales, conformó el Movimiento de Renovación y Cambio. El aluvión alfonsinista de 1983 la transformó en la primera mujer en la historia del Partido en ocupar una banca en la Cámara alta.

Su enorme legado

Malharro de Torres fue la primera directora del Magisterio de Mendoza y tres veces elegida por el pueblo para ocupar los cargos de senadora provincial en el período 1960-1962; concejala de Godoy Cruz, entre 1963 y 1965; y senadora nacional, del 1983 a 1992. Desde esa banca nacional logró la sanción de once leyes de su autoría, cinco de ellas vinculadas a temas educativos y la ley de Cupo Femenino, segunda legislación más importante de nuestro país en cuanto a derechos políticos de las mujeres.

Margarita fue una visionaria en su época, una pionera. Puedo decir, sin temor a equivocarme, la ley de Cupo Femenino, aprobada el 6 de noviembre de 1991 y fruto de su producción legislativa, fue señera y fundamental para el avance de nuestros derechos políticos tanto en Argentina como en Latinoamérica. La norma estableció que las mujeres debían ocupar como mínimo el 30% de los cargos electivos en lugares “entrables”. Esa ley abrió paso a la paridad de género que rige hoy en nuestro país.

Defendió siempre a docentes y trabajadores y trabajadoras de la educación, veló por los derechos de niños, niñas y adolescentes y de las personas con discapacidad, pero fundamentalmente militó por los derechos políticos de las mujeres.

La militancia activa por los Derechos Humanos también la tuvo entre sus principales promotoras, pues fue cofundadora, junto a Alfonsín, de la Asamblea Permanente Por los Derechos Humanos (APDH) en Argentina y, particularmente, en Mendoza. En 1992, creó la Multipartidaria de Mujeres Políticas de la provincia cuyana con dirigentes del Partido Justicialista y del Partido Demócrata,

En una publicación del Senado argentino, de mayo de 1994, meses antes de su fallecimiento, Margarita insistía: “Estamos a mitad del camino, será cuestión de no perder la fuerza y el sentido de la lucha”. Su última arenga la hizo a través de uno de los canales de aire de Mendoza, pero con una particularidad: la entrevista la hizo desde una sala de internación del hospital Español de Godoy Cruz. “Agradezco enormemente a ustedes, que me dan esta oportunidad para decirles a las mujeres que no dejen de luchar, que no dejen de luchar”, fueron sus última palabras públicas.

Descansá tranquila Margarita. Pasaron 28 años de ese testimonio y en cada ley que se aprueba ampliando nuestros derechos, en cada marcha que hacemos para luchar contra la violencia de género y en cada logro de las mujeres políticas de la Unión Cívica Radical estamos honrando tu frase. 

¡Gracias, Margarita, sos eterna!

(*) Autora del libro “La eterna Margarita”