La campaña de Alfonsín: ’83, modelo para armar
A 40 años del triunfo que dio paso al período más largo de democracia ininterrumpida en el país, un repaso por cómo fue esa campaña, la clave de la militancia, pero también la importancia de los publicistas.
A 40 años del triunfo que dio paso al período más largo de democracia ininterrumpida en el país, un repaso por cómo fue esa campaña, la clave de la militancia, pero también la importancia de los publicistas.
Por Leandro Giacobone (*)
Este año se cumplen 40 años del triunfo de Raúl Alfonsín, que trajo la definitiva recuperación de la democracia a nuestro país. Esa campaña electoral es recordada por incorporar criterios de marketing político. Pero antes del “R.A.” y del “Ahora Alfonsín”, la propaganda política del candidato radical fue mucho más tradicional.
Así no ganábamos. Mas allá del indudable carisma del hombre de Chascomús y de su capacidad oratoria para persuadir a los oyentes, la gráfica y la publicidad televisiva jugaban un rol importantísimo en ese 1983.
Luego de la derrota de la guerra de Malvinas, Alfonsín se concentró en presionar al gobierno militar para que levantara la veda de la actividad política y definiera un calendario electoral. En tanto, los militantes de su línea interna, el Movimiento de Renovación y Cambio, salían a buscar nuevos afiliados para la disputa intestina que definiría las candidaturas.
El primer afiche se vio en los alrededores de la Federación de Box, en el barrio porteño de Almagro. Era julio de 1982, la herida de Malvinas estaba abierta y Alfonsín se la jugaba lanzándose, cuando aún siquiera estaba permitido reunirse. Convocaban “YA a la juventud”, en un evidente desafío a la dictadura militar que resistía en el poder e intentaba poner condiciones. Esa noche de viernes, los militares tiraron la toalla y levantaron la veda política. Es una tentación pensar que la transición democrática, en parte, empezó con un tacho de engrudo y un rollo de afiches.
Recuperada la legalidad de los partidos políticos, el objetivo era sumar nuevos radicales. Los afiches convocaban a afiliarse para ayudar a Alfonsín a que fuera candidato a presidente. No se puede negar que fue efectivo. Pero había una estética, un mensaje que se parecía a la campaña de 1972, en un mundo que había cambiado demasiado: de serio a enojado, con los músculos tensos, el puño apretado, los ojos inyectados de sangre y la boca abierta en un grito mudo.
Ya entrado 1983 se tomó la acertada decisión de contratar a un equipo profesional de publicistas. Encabezados por David Ratto, Marcelo Cosin y Gabriel Dreyfus, supieron combinar formas tradicionales y otras novedosas de propaganda política. Un equipo que entendió que había una conducción política estratégica y un grupo de dirigentes abierto a incorporar nuevas formas de comunicación. Unos aportaron la segmentación del electorado para la elaboración de mensajes dirigidos fundamentalmente a la mujer, a los jóvenes y los trabajadores. Otros, la visión estratégica de que se necesitaba disputar una porción de los votos tradicionales del peronismo.
La penetración de la televisión a color en los hogares argentinos y el acostumbramiento a estéticas de publicidad de marcas globales como Coca Cola prepararon el terreno. En la disputa de la calle, el afiche todavía era amo y señor para instalar candidatos y difundir ideas, pero ya adoptando los criterios de la tele. El afiche imitaba cada vez más a las pantallas.
Quedaron en la memoria la búsqueda de una simbología propia (que hoy llamarían imagen de marca) con el óvalo celeste y blanco que decía R.A, el gesto de las manos entrelazadas hacia la izquierda, el recitado a coro del preámbulo como un rezo laico, consignas como “Ahora Alfonsín”, “El hombre que hace falta” o “Mas que una salida electoral, es una entrada a la vida”, una versión actualizada de la Marcha Radical, los actos públicos masivos conocidos como “alfonsinazos”: Ferro, Tigre, Rosario, Obelisco y Misiones, entre otros. La vivencia como un ritual de la participación de nuevos sujetos en esos actos fue moldeando una identidad colectiva nueva: el radical alfonsinista.
Así, de afuera hacia adentro, rebalsando los limites tradicionales de su partido, Alfonsín rompió el hechizo por el cual toda elección libre, sin proscripciones ni condicionamientos estaba destinada a ser ganada por el peronismo.
(*) Encargado de Archivo de la Biblioteca Radical