Por Gonzalo Condis (*)
Fue pionera de muchos proyectos de ley de vanguardia que tenían por objeto defender los derechos individuales. Además de radical, siempre se definió como feminista. Nos dejó un gran legado.

“El único mérito que me reconozco es la coherencia, digo lo que pienso y hago lo que digo”nos repetía Florentina en los encuentros con la militancia de la Juventud Radical en los primeros años del 2000.

Para nosotros, que abrazamos a la UCR en el post alfonsinismo era como buscar símbolos de lucha, logros y puentes hacia el futuro. Florentina no solo era un faro de defensa de derechos, sino que también nos orientaba hacia el futuro.

Florentina nació el 14 de Febrero de 1912 en Olavarría. Rápidamente se recibió de maestra y tuvo en el ejercicio del magisterio su primer acercamiento con la problemática de los niños y niñas, principalmente en la higiene bucal. Inmediatamente, intentó estudiar odontología en la Universidad de La Plata, pero terminó decidiéndose por la carrera de abogada. Su primer objetivo siempre era buscar conocimiento para saber dónde colaborar más.

En 1945 se afilió a la UCR entendiendo las dificultades que estaba atravesando la democracia argentina. Su convicción democrática fue tan importante que Perón terminó exonerándola de su cargo de docente por su militancia en el radicalismo. Esto para Florentina fue tomado con orgullo. Hasta tenía colgado el despido en el comedor de su casa.

Su militancia por los derechos civiles fue clave durante toda su vida política. Durante el gobierno de Illia trabajó en la defensa de los derechos de los inquilinos desde la Comisión de Alquileres.

Ya con la irrupción de Raúl Alfonsín en la escena política nacional fue parte de Renovación y Cambio desde sus inicios, en 1972. Creía que el radicalismo necesitaba estaba más cerca de las minorías y de los sectores populares desde una visión democrática. Florentina era la disruptiva entre los políticos contraculturales.

La llegada de la dictadura la tuvo como una de las abogadas que denunciaba las violaciones de los Derechos Humanos. Desde la pluralidad y generosidad también construía trincheras políticas para garantizar hábeas corpus ahí donde la política no se animaba a llegar. 

Ya con la recuperación democrática de la mano de Raúl Alfonsín accedió a una banca en el CongresoSolo había 11 mujeres. Entendió toda su vida que necesitaba hacer mucho para que se visibilizaran algunas de ellas. Presentó más de 150 proyectos de ley. Todas fundamentales y que hasta el día tienen vigencia o son la base de nuevos proyectos.

Los proyectos de ley tenían siempre el mismo eje: el reconocimiento de los derechos de la mujer. Luchar por eliminar las jerarquías sociales fue su más profunda convicción. Nos legó que la igualdad es la clave para un sociedad democrática y desarrollada.

Gestó el primer proyecto de ley sobre la despenalización del aborto y promovió las leyes de patria potestad compartida, la equiparación de hijos matrimoniales y extramatrimoniales, el divorcio vincular, la pensión para la concubina o concubino y a la cónyuge divorciada. Impulsó el estudio obligatorio del papanicolaou y la planificación familiar. La Comisión de la Mujer, la Familia y la Minoridad de la Cámara de Diputados se creó también gracias a un proyecto suyo y la presidió durante varios años. El cupo femenino también la tuvo entre las participantes. “Siempre les digo a las mujeres que todo se puede hacer si una quiere”, afirmaba con valentía y compromiso, y lo practicaba.

Fue pionera en proponer la despenalización del aborto. Durante años sostuvo: “Yo tampoco quiero que la mujer aborte, pero no la combato con la ley, sino con la educación sexual, con los anticonceptivos”. La ley pensada a favor de las libertades individuales y nunca más para el sometimiento social.

Decía que quería festejar sus 100 años en el Luna Park. La despedimos a los 99 en el lugar que se merecía: en el Panteón de los caídos de la Revolución del Parque. “Radical y feminista no son incompatibles”, sostenía. Hoy esos principios son nuestro puente a la construcción del futuro.

¡Su vida no es un recuerdo, sino que es nuestro manifiesto! ¡¡¡Gracias Florentina!!!

(*) Militante de La Florentina.